El círculo se completa
y se repite el milagro,
sobre las carmines ramas
estallan los blancos ramos.
La blanca flor pionera
en la Vega o en el Raso,
anuncia la primavera
recibiendo al mes de marzo.
Transformada en verdes frutos
se acercan pidiendo paso,
y trepan sobre las andas
la noche de Jueves Santo.
Cuatro esquinas tiene el Trono
y se ponen en las cuatro,
pregonando a la Hermandad
de las que son sus heraldos.
Moniquí, fruto querido,
nombre le das a mi Santo,
que el Cristo de la Columna
te proteja con su mano.
Cuando en esas noches negras
el hielo acecha callado,
cuando el temido pedrisco
ataca como un tirano.
Cuando plagas y epidemias
te amenacen sin descanso,
que Él te lleve a la sazón
y corones el verano.
Eres por derecho propio
Embajador Tobarreño,
donde vas dejas bien alto
el pabellón de mi pueblo.
El Moniquí, mi Estandarte,
Tobarra, la Tierra mía.
¿Puede tenerse más arte,
de Tierra y de Cofradía?.
© Casimiro Bleda Onrubia
Aranjuez, 23 de abril de 2003